Nada es más libre que la imaginación

Nada es más libre que la imaginación

Muchos padres se muestran preocupados cuando descubren que su hijo tiene un nuevo amigo; un amigo que lo acompaña a todas partes, al que hay que ponerle un sitio en la mesa; un amigo que le habla, que le propone cosas, con el que juega… un amigo al que sólo su hijo ve.

Parece normal que, como adultos, nos preocupe o inquiete que un niño vea, hable e interactúe con normalidad con un ser invisible. A los padres les suelen asaltar preguntas como ¿realmente lo ve?, ¿sabe que es imaginario, que no existe en realidad?, ¿puede esto perjudicar a mi hijo?, ¿debo actuar como si yo también lo viera?, ¿debo preocuparme?…

Por esto, es normal que a los adultos nos alegre saber que es una situación muy habitual y frecuente. En torno a los dos años, los niños comienzan a desarrollar su capacidad de juego simbólico, es decir, su capacidad de fantasear e imaginar. En este tipo de juegos, los niños imitan situaciones que ven en la vida real, hacen “como si” comieran usando su mano en vez de una cuchara, hacen “como si” fueran el médico de su muñeco o elaboran comidas con ingredientes que no existen.

Tener un amigo imaginario puede ser un juego más. Y, casi siempre, tiene consecuencias positivas en el desarrollo del niño:

  • Les ayuda a desarrollar la creatividad.
  • El niño aprende a hacer cosas por sí solo ya que, simbólicamente, se siente acompañado.
  • Permite corregir sus propias conductas pero manteniendo intacta su autoestima: “Dile a Pablito que no se cogen cosas del bolso de mamá sin pedir permiso”.
  • Le facilita comprender sus propias emociones.
  • En ocasiones, el amigo imaginario es la llave para acceder al mundo interior del niño ya que puede proyectar sus miedos y conflictos a través de él (por ejemplo, miedo a ir al colegio o ante el nacimiento de un hermano).
  • Los ayuda a ver las cosas desde otra perspectiva y empiezan a desarrollar la capacidad de empatía.

 

Y bien, ahora que sabemos que la presencia de amigos imaginarios en los niños es algo habitual, quizá te preguntes cómo se debe actuar ante esto.

Como norma general, lo más adecuado será darle un lugar, ese lugar que el niño ha querido darle. No juzgar a tu hijo y actuar con normalidad.

Lo ideal es mantenerse en una postura intermedia. No negar totalmente su existencia pero tampoco interactuar con él.

Debemos aceptar ese amigo imaginario, aceptar su presencia en la vida de nuestro hijo. Podemos aprovechar su “presencia” para enseñar valores y normas, para educar.

 

Y sí, si lo estabas pensando… el amigo imaginario de un niño puede llegar a convertirse en una preocupación o un problema. Algunos signos de alarma pueden ser:

  • Si el niño comenta, en numerosas ocasiones, que su amigo imaginario le pega o lastima.
  • Si tu hijo dice que el amigo imaginario le obliga a hacer cosas extrañas o preocupantes.
  • Si ese amigo “absorbe” tanto al niño que le impide realizar sus tareas escolares o le dificulta los vínculos con otras personas y amigos reales.
  • Si el niño lo utiliza para evadir responsabilidades (culpan a su amigo imaginario de aquello que no hacen bien).
  • O si este amigo permanece en su vida más allá de los 7 u 8 años.

En estos casos, puede ser beneficioso buscar ayuda profesional.

 

Y para terminar, comentar que la imaginación de los niños es muy amplia, así que la variedad de amigos imaginarios es enorme. He conocido amigos imaginarios en forma de niños y niñas, algunos muy maleducados, algunos con forma de animal e incluso seres mitad niño mitad animal.

Pero no olvidéis que nada es más libre que la imaginación.

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